¿Qué es un producto derivado?

Los derivados son instrumentos financieros que se “derivan” del valor de un activo subyacente. Los inversores los suelen utilizar como cobertura o protección contra el riesgo. Se trata de especular sobre el valor futuro de algo, normalmente un activo subyacente como acciones o bonos. Si especulas con que tus acciones van a bajar mucho, por ejemplo, aún así podrás obtener algo de rentabilidad si finalmente así ocurre.

¿Dónde has oído hablar de los derivados?

En todas partes. Desde los años 80, los derivados han protagonizado importantes y a veces malas noticias. Fueron señalados como una de las causas de la crisis económica mundial de 2008. Sin embargo, muchos inversores que quieren sacar provecho de los vaivenes repentinos de los precios aún los utilizan.

Lo que debes saber sobre los derivados...

Los derivados pueden estar vinculados a los cambios de precio de los activos, como las acciones, los bonos las divisas o los tipos de interés. Sin embargo, también pueden estar vinculados a la inflación, los precios del sector inmobiliario y en algunos casos, ¡hasta la climatología!

Estrictamente hablando, solo hay tres tipos de dividendos: contratos de futuros, contratos a plazo y contratos de opciones. Los futuros y los contratos a plazo son esencialmente lo mismo, salvo por el hecho de que los segundos están en vigor hasta la entrega del activo correspondiente mientras que los primeros no.

Un contrato de futuros o a plazo es un acuerdo de compra de un activo a un precio determinado en una fecha concreta. Una opción otorga el derecho, pero no la obligación, de hacer lo mismo.

Las permutas no son técnicamente derivados, pero se las suele considerar como tales. Implican el intercambio de instrumentos financieros.

Los contratos por diferencias (CFD) comparten muchas características con los derivados, además de permitir a los operadores tomar posiciones en el activo subyacente.