¿Por qué comprar productos derivados?
Existen dos razones principales para comprar productos derivados: la especulación y la cobertura de riesgos. Algunos títulos, como los contratos por diferencia, también pueden ofrecer a los inversores una forma de comerciar con activos sin la necesidad de poseer físicamente el activo. Por ejemplo, puedes comprar o vender el precio del crudo sin tener que hacer espacio en tu garaje para todos esos barriles.
Muchos inversores institucionales incluyen una serie de instrumentos financieros derivados en sus carteras. Estos instrumentos no suelen constituir el núcleo de una cartera, generalmente reservado a activos más seguros, como los bonos estatales, que sirven para proporcionar ingresos anuales seguros aunque de bajo rendimiento.
En cambio, los contratos derivados son considerados “participaciones satélite”: activos con los que los inversores pueden conseguir más beneficios o un mayor rendimiento. Es lo que se denomina especulación.
Los derivados de inversión se pueden utilizar para contrarrestar algunos de los riesgos presentes en una cartera. Es lo que se conoce como cobertura de riesgos (hedging). Si una cartera contiene bonos corporativos, es posible utilizar permutas de riesgo crediticio como seguro contra el impago de dichos bonos.
Existen muchos otros ejemplos de cobertura de riesgos, pero volvamos al tema y veamos algunos tipos de productos derivados con más detalle. En primer lugar, examinemos algunos de los productos más habituales y también más fáciles de entender y de gestionar.
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¿Cuales son las dos razones principales para comprar productos derivados?
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